martes, 3 de febrero de 2009

Fútbol sin gluten



Entrevista a Carmen Brusca, jugadora de selección Carmen Brusca tiene 22 años, es celíaca, juega al fútbol y ya gritó campeón con Boca Juniors y con la selección nacional. Se entrena de lunes a viernes, además de estudiar y trabajar. La dieta libre de gluten y algunos secretos que cuenta en esta entrevista son las claves para poder llevar adelante “una vida a full”.

Por la primera fecha de un nuevo torneo local de fútbol femenino organizado por la Asociación del Fútbol Argentino (el primero se jugó en 1991), Boca goleó 9-0 a San Martín de Burzaco: un partido desparejo, ya que se enfrentaba el último campeón (y ganador de los últimos ocho torneos) contra un equipo nuevo en la categoría. Con el 4 en la espalda y el escudo de Boca en el pecho, jugó y marcó un gol la defensora Carmen Brusca, una jugadora de selección que demuestra que la enfermedad celíaca no es un obstáculo para practicar un deporte de alta competencia, siempre y cuando se realice una dieta adecuada.
¿Cuándo te diagnosticaron la enfermedad celíaca?
La descubrieron cuando tenía 12 años. Pero entre mis 3 y mis 12 años había estado mal diagnosticada, ya que creían que tenía fi brosis quística. Yo era muy fl aquita, muy chiquita, y no crecía. Tenía muchas diarreas, mi organismo no asimilaba la comida y me dijeron que no iba a superar el metro cincuenta. Llegué a tomar doce pastillas por día, antes de las comidas, y hasta me daban suero por la noche.
¿Y cómo lograron revertir ese cuadro?
Cuando yo tenía 12 años, mi médico de cabecera ya no sabía qué hacer, porque con todo el tratamiento de la fi brosis quísitca no mejoraba nada. Entonces, me derivó a una nutricionista, mi hicieron los análisis y lograron determinar que era celíaca. A partir de ese momento, y luego de comenzar mi dieta libre de gluten, pegué un gran estirón de 20 centímetros, así que fue un gran cambio en mí.
¿Había antecedentes de celíacos en tu familia?
Que yo sepa, no. Pero antes no eran tan frecuentes los análisis,así que tal vez haya tenido algún abuelo celíaco que nunca se enteró.
¿Todo cambió a partir de la dieta libre de gluten?
Sí, con la dieta cambió totalmente mi situación. En mi caso, por suerte, fue cuestión de dieta, nada más. De todos modos, me realizo análisis una o dos veces al año, pero sólo para llevar el control. Y por ahora la vamos llevando muy bien. Lo malo es que no hay muchos restaurantes para celíacos y que la comida, en todos lados, cuesta el triple o el cuádruple de lo que sale una comida común.
¿Te cocinás vos?
Sí, me cocino yo. Me compro la harina en las dietéticas, las pastas, las galletitas; en fi n, todo lo necesario. Pero tampoco me vuelvo loca dudando de cada producto que pruebo. Si dice que no contiene gluten, yo confío.Vistiendo la celeste y blanca, ganó en Mar de Plata el Sudamericano 2006, torneo en el que, por primera vez, la selección argentina derrotó a la brasilera. También participó de los Juegos Panamericanos 2007, en Río de Janeiro, y del primer Mundial de fútbol femenino al que se clasifi có la Argentina, disputado también este año, en China. “En Boca, salvo la arquera, todas jugamos en la selección. Y allí, los entrenamientos son más exigentes. Esa es una de las claves de por qué Boca está aventajando tanto a los rivales”, explica.
¿Cuándo comenzaste tu carrera de futbolista?
Yo empecé a los 17 años, en San Lorenzo. Jugué allí dos campeonatos, después me fui a Huracán, luego a Racing y ahora estoy en Boca. Tanto en la selección como en los clubes en los que jugué, siempre me bancaron con mi alimentación especial. Nunca tuve problemas, salvo en los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro: yo había llevado mis fi deos, como hago siempre, pero no me los querían cocinar. Por suerte, más allá de aquel episodio, no volví a tener difi cultades.
¿Se puede competir en alto rendimiento siendo celíaca?
Sí. No hay ningún problema: cuando viajamos, yo me ocupo de llevar mis galletitas y mis fideos, y juego y me entreno tranquila. No tengo ninguna difi cultad. Claro que si no respetás la dieta, se complica: estás cansada y todo te cuesta el doble. Pero siguiendo la dieta, podés competir tranquilamente. Además, la médica de Boca me controla y me ayuda. Igual, al club no venimos a comer; sólo nos entrenamos. Por eso, es en la selección donde me siguen más de cerca.
Fútbol amateur El fútbol femenino, en la Argentina, es aún una actividad amateur, es decir, no profesional. Justamente, amateur es aquel que ama lo que realiza y que sólo lo realiza por amor. “En Boca nos pagan los viáticos: a mí me alcanza para la nafta del auto, por ejemplo. Y en la selección nos pagan un poco más. Pero para vivir o para alquilar tu casa no te alcanza. Y en mi caso, además, la comida es más cara de lo habitual. Todavía estamos muy lejos de ser profesionales. Por eso, además de entrenarme dos veces por semana con Boca y tres con la selección (en el predio de Ezeiza), estudio y trabajo: a lanoche, estoy estudiando para analista de sistemas y, durante la mañana, trabajo en la legislatura porteña, en el área de sistemas. Y sí, vivo a full”. Los almuerzos, entonces, deben ser una complicación extra, teniendo en cuenta que al ser celíaca no podés probar el gluten, pero al ser deportista, a la vez, es fundamental que comas hidratos de carbono.Sí, comer al mediodía, a las apuradas, es un lío: a veces puedo comer carne o verdura. El problema es que, aunque desayune bien, a las diez de la mañana ya me agarra hambre de nuevo y no puedo comprarme un paquete de galletitas en cualquier quiosco.Por eso, salgo siempre preparada. Voy con mi propia comida a todos lados. Y en el auto, por ejemplo, suelo tener a mano un paquete de galletitas o uno de fi deos.
¿Y qué hacés con un paquete de fi deos crudos en el auto?
(Se ríe.) Puedo caer en un restaurante de amigos y que me los cocinen. Yo voy seguido a uno que queda en Capital, cerca de Pasco y Chile, donde ya me conocen. Entonces, yo les llevo mis fideos sin sin gluten y ellos me los preparan con gusto. Pero es una excepción. El gol de Carmen había llegado a través de un cabezazo. Y ya había ganado en el área rival, varias veces por esa vía, gracias a su insistencia y a su metro setenta. Gracias a esos veinte centímetros que logró crecer cuando la diagnosticaron correctamente, y a la dieta conciente que encaró a partir de entonces y que le permite vivir sin privarse de nada, más allá del gluten.

Alejo Rodríguez de Fraga

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